Un artículo de

Lo que está ocurriendo ahora en Estados Unidos me conmociona profundamente, como seguramente le ocurre a mucha gente aquí. Cuando los gobiernos empiezan a reestructurar museos, prohibir exposiciones y eliminar deliberadamente el arte y la literatura crítica, eso ya no es política conservadora. Es autoritarismo. Totalitarismo. Fascismo.
Quien „depura“ ideológicamente la cultura está atacando el núcleo de una sociedad abierta.
Por eso voy a empezar a boicotear productos estadounidenses, en la medida de lo posible. No por enemistad, ni siquiera por indignación. Lo hago por responsabilidad y por una necesidad de sentirme eficaz. Sé que no es realista renunciar completamente, pero sí se pueden tomar decisiones conscientes allí donde hay alternativas.
Las grandes corporaciones reaccionan de forma sensible a las señales públicas. No se trata de pureza moral, sino de impacto. También apoyaré (es decir, “recompensaré”) a quienes se opongan públicamente a Trump: empresas, voces críticas, mentes creativas.

Ejemplos de posibles objetivos de un #boicot:
- Streaming y suscripciones digitales
Apple TV+, Netflix, Disney+, Amazon Prime Video, YouTube Premium
→ Cancelar o pausar. Usar alternativas como Arte, Magenta o las plataformas públicas. - Tecnología – Hardware y dispositivos
Apple (iPhone, Mac), Microsoft (Surface), Google (Pixel), Amazon (Alexa, Kindle)
→ Al comprar, considerar marcas europeas o asiáticas. Reparar más, reemplazar menos. - Automoción y movilidad
Tesla, Jeep, Chrysler, Dodge, Uber, Lime, Bird, Spin (servicios en EE. UU.)
→ Usar modelos europeos o asiáticos. Comprar de segunda mano. Fomentar el transporte público. - Moda y estilo de vida
Nike, Levi’s, GAP, Calvin Klein, Tommy Hilfiger, Converse, New Balance, Victoria’s Secret
→ Preferir marcas sostenibles europeas. Comprar ropa de segunda mano. - Alimentos y snacks
Coca-Cola, Pepsi, Kellogg’s, Mars, Mondelez (Oreo, Milka), Heinz, Hershey’s
→ Comprar productos locales, apoyar marcas pequeñas. - Cadenas estadounidenses y gastronomía
McDonald’s, Burger King, Starbucks, KFC, Subway, Dunkin’
→ Apoyar la gastronomía local, cafeterías independientes. Evitar la comida rápida. - Viajes y turismo
Viajes a EE. UU. y aerolíneas estadounidenses (como Delta, American Airlines, United)
→ Elegir destinos con políticas culturales liberales. Volar con aerolíneas europeas. - Finanzas y pagos
Visa, Mastercard, PayPal
→ Donde sea posible, usar alternativas europeas o transferencia bancaria directa.
Sé que esto no será cómodo. Y sí, es contradictorio: estoy publicando esto en LinkedIn, una plataforma estadounidense. Pero justamente por eso: uso este alcance para llamar la atención sobre el problema. Un boicot silencioso solo tiene efecto si se vuelve visible. Además, muchas de estas decisiones probablemente también beneficien a mi cuerpo y mente.
Si tú también quieres actuar, comparte esta publicación con tu propio mensaje personal.
PD: El „BIC“ en la imagen es incorrecto. No puedo cambiar la foto.
Claro que el primer paso es empezar por los productos estadounidenses que uno puede (quizás incluso fácilmente) dejar de usar o reemplazar. Y si es fácil, tal vez otros 20 millones lo hagan también.
Comentario de

– Democracia del centro, porque los extremos destruyen el país –
Gracias, Mirko, por esta publicación tan clara y valiente.
Estoy totalmente de acuerdo:
Los países democráticos deben ser mucho más conscientes de su poder de mercado.

EE. UU. tiene unos 330 millones de habitantes – impresionante, sí.
Pero la Unión Europea ya tiene más de 450 millones, más:
- 67 millones en el Reino Unido,
- 39 millones en Canadá,
- Más de 1.400 millones en la India,
- 126 millones en Japón,
- 52 millones en Corea del Sur,
- 26 millones en Australia,
- Casi 5 millones en Nueva Zelanda.
En conjunto, esta coalición de democracias dispuestas representa a más de 2.500 millones de personas que viven en sociedades libres y democráticas — y que, por tanto, poseen un enorme poder económico, cultural y político.
Trump y sus seguidores deben entender: no dependemos de ellos — ellos dependen de nosotros.
La defensa de la democracia no empieza solo en las urnas — empieza con nuestro comportamiento diario.
Y sí, eso incluye nuestro consumo. Quien elige productos que representan valores democráticos (o evita conscientemente los que los pisotean), asume una responsabilidad concreta y real.
Por supuesto, no hace falta tirar tu iPhone. Pero sí puedes buscar alternativas la próxima vez que compres. Y seamos honestos: nadie necesita Coca-Cola o Pepsi para sobrevivir.
Yo también empecé hace años a mantener una lista personal de boicot — primero contra Rusia, y ahora mucho más amplia. En dos artículos he compartido mis ideas y criterios:
- Mi lista personal de sanciones: estos países los evito como demócrata y europeo
→ Enlace más abajo * - ¡Con cada compra financias a los autócratas! Por qué debemos cambiar radicalmente nuestros hábitos de consumo — y cómo mi lista personal puede ayudar
→ Enlace más abajo **
No se trata solo de EE. UU., sino también de empresas alemanas que:
- Siguen haciendo negocios con autocracias como Rusia,
- Fomentan o toleran ideologías antidemocráticas o de extrema derecha,
- Eluden impuestos y dañan activamente al Estado — o sea, a todos nosotros.
La democracia empieza en el carrito de la compra.
Y cuanto más visible sea este boicot silencioso, mayor será su impacto.
¡Gracias por abordar este tema tan importante!
Enlaces a los artículos mencionados:
- Publicación de Mirko Lange y comentarios en LinkedIn:
Ver en LinkedIn - * Mi lista personal de sanciones: estos países los evito como demócrata y europeo
Leer en blog-demokratie.de - ** ¡Con cada compra financias a los autócratas! Por qué debemos cambiar radicalmente nuestros hábitos de consumo — y cómo mi lista personal puede ayudar
Leer en blog-demokratie.de